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El desarrollo de la ganadería argentina actual es complicado por las políticas productivas y de exportaciones, que no son claras y duraderas; además, el uso sustentable del suelo y la planificación a largo plazo están condicionados por el efecto sojización, entre otros.
Con esos antecedentes negativos para la producción de carne y leche, sin
embargo, hay particularidades que permiten soslayar desde el interior del
sistema productivo las desventajas mencionadas, estabilizando la producción a
bajo costo. La base de esas alternativas son, como ya lo venimos pregonando,
los forrajes conservados. Ya mencionamos
también, que los henos y silajes contribuyen a la estabilidad del sistema y bien
planificados y confeccionados son alimentos de bajo costo relativo. Una ventaja
adicional es el agregado de valor en origen que permite el incremento de la renta y mayor competitividad para los
actores de las cadenas de carne y leche. El agregado de valor que aquí estamos planteando tiene
que ver con la mayor producción que se puede lograr por hectárea ganadera y de
cultivos del propio establecimiento destinados al sistema, así como con la regularidad de producción y comercialización. Y esto se
logra con cuatro patas productivas de estos sistemas que son el pasto, los
henos, los silajes y los granos forrajeros.
En la figura
anterior se puede observar que una pata de la alimentación que hemos
incorporado es de granos. Específicamente, el rol del grano de maíz en la
alimentación de los rumiantes ya lo tratamos. Lo que vamos a repetir es que no
siempre el grano es utilizado bien y mucho menos en forma planificada o
programada. El grano estará presente en cualquier sistema en algún momento y
utilizado equilibradamente y eficientemente, asegura más producción
también a bajo costo. En la misma imagen podemos apreciar las pasturas o los “pastos” que dan
la ración de base de los rumiantes. Todas las
especies forrajeras templadas y megatérmicas, junto a los pastizales son la
base pastoril de todos los sistemas ganaderos, como ya vimos en otra entrega, siendo sólo la alfalfa
la que tiene un doble rol importante en pasturas y como forraje conservado.
Como venimos demostrando en este blog, solamente con los forrajes conservados
complementando a las pasturas y a los granos se puede lograr el potencial de
producción de cada sistema productivo a bajo costo. Hoy están dadas las
condiciones tecnológicas necesarias para confeccionar buenos henos y silajes.
En general, la calidad que se logra con los henos es menor a la esperada. En
cambio en los silajes en general se logran calidades acordes al cultivo picado
y a lo esperado del mismo. Los contratistas, las exigencias mayores de los
productores, la inmediatez entre picado y confección y la utilización de inoculantes van logrando mejores silajes en
general. En el caso de la henificación hay más dificultades para lograr buenos
henos ya que las condiciones climáticas para el secado y el acondicionado, como
el proceso mecánico de acondicionado y confección del rollo o del fardo se
extiende en el tiempo (desde el corte hasta la confección) y los procesos se
ven afectados por condiciones ambientales no siempre controlables y
por decisiones operativas que no siempre son las más adecuadas. Es por ello que insistimos: si lográramos calidades al menos
aceptables para henos y silajes, el rol estratégico de los mismos y su bajo costo
estarán asegurados. Con la gran ventaja que estarán producidos en el mismo
establecimiento y lograrán la estabilidad
productiva a bajo costo.