domingo, 8 de junio de 2014

La ganadería de carne y leche supone: producción de alimentos, gestión ambiental, vitalidad territorial e identidad cultural. Rol de los forrajes conservados

Entrega de actualidad técnica relacionada al Blog


            La ganadería, tanto de carne como de leche, es un actor esencial de los territorios rurales, en el seno de los cuales contribuye al mantenimiento de la fertilidad de los suelos, a la conservación de paisajes rurales con calidad ambiental, al mantenimiento de la vida rural y la creación de empleo, como así también al patrimonio y la identidad cultural (1primera caracterización francesa, INRA, 2014).


Esa caracterización reciente que se hizo de la ganadería francesa se podría realizar en forma similar en nuestro país. Pero hacerlo tiene sentido sólo si se ponen en consideración conocimientos y herramientas interdisciplinarias que permitan informar a los políticos encargados de las decisiones del Estado y a la sociedad en general y en particular a los productores de carne y leche para que conozcan y apliquen más de gestión ambiental, desarrollen los territorios preservando la identidad cultural y como broche se mejore la producción. Porque mejorar la producción es producir más y con mejor calidad, pero respetando el bienestar animal, el tratamiento y control de efluentes y la conservación del paisaje, como mínimo en el siglo XXI. En algún momento en Argentina habrá que caracterizar las grandes producciones agropecuarias y actuar con convicción Federal para evitar las contradicciones. Reparemos en ganadería. Hoy, todo vale,

Feed Lot como un chiquero, en bajo inundable, junto al arroyo Pavón que al desbordar arrastra sus efluentes

  •         desde verdaderos Feed Lot bien manejados nutricionalmente y ambientalmente hasta “chiqueros de vacas”; en bajos y al borde de cursos de agua e incierto origen de la alimentación, o
  •        sistemas con planificación y forrajes conservados hasta sistemas con pastizales y pasturas degradados que colapsan inevitablemente por deficiencia o exceso de agua; o
  •     paisajes armónicos y característicos con sistemas productivos rendidores y eficientes hasta paisajes degradados por mal manejo, sobrepastoreo y malas prácticas en general con sistemas que producen varias veces menos que los rendidores y eficientes.
     Podríamos agregar más ejemplos y veríamos como constante que, donde los sistemas fallan, aparecen malos manejos (de todo tipo, desde lo agropecuario hasta lo ambiental y social) y también hay falta de planificación cuya principal consecuencia es la falta del alimento básico de un rumiante (pasto, heno y silaje). La tecnología y el manejo para una buena alimentación están disponibles, como también se dispone de herramientas para la gestión ambiental y políticas públicas que pueden contribuir al mejoramiento de la vida rural y a la valorización de los productos. Si no se aprovechan, no se aplican o no se incentivan habrá que recurrir a leyes y normativas que favorezcan la vitalidad territorial, promuevan la trazabilidad y se anticipen a las futuras regulaciones externas y a las exigencias de los consumidores locales. En resumen, deberá promoverse mayor y mejor producción, en nuestro caso de carne y leche, con estándares ambientales mínimos.



Nuevamente en un tema tan sensible como este, el rol de los forrajes conservados adquiere importancia y como ya hemos mencionado en otras entregas, los mismos aseguran intensificación de la producción y regularidad en el abastecimiento. La sostenibilidad del sistema productivo requerirá la aplicación de leyes y normas como las mencionadas más arriba, que en países como Francia se están considerando en forma sistémica. En Argentina hay organismos oficiales como INTA y SENASA, entidades y empresas e inclusive productores individuales que están preocupados y desarrollando seriamente los mismos temas planteados por los franceses. El problema es que la implementación de normas no se hace mancomunadamente y la voluntad política para el cambio es muy incipiente y de poco peso.