viernes, 6 de diciembre de 2013

Costos, planificación y tipos de forrajes conservados

El pasto, los silajes y los henos: 

los alimentos para rumiantes  de menor costo

   Aunque los principios que controlan la alimentación de los bovinos evolucionan constantemente, sigue siendo primordial no olvidar que la vaca es, en primer lugar y sobre todo un rumiante, es decir, un herbívoro que es el huésped de una multitud de microorganismos (bacterias, protozoos y hongos) capaces deteriorar la celulosa y la hemicelulosa. Imaginando una evolución en la ganadería y una complementación con la agricultura para hacerla más sustentable y más armoniosa entre los sistemas productivos y la población, la transformación de los forrajes por los rumiantes (un alimento indigesto para el hombre y otros monogástricos) en carne y leche, forma parte de la sustentabilidad, brindando excelentes fuentes de nutrientes para el ser humano (adaptado de Robert Berthiaume, Symposium sur les bovins laitiers CPAQ, 1998). Justamente los tres alimentos mencionados en el encabezamiento como de menor costo son ricos en fibras y otros nutrientes, contribuyen además a la sustentabilidad por la complementación agricultura / ganadería por el reciclado de nutrientes, la estabilidad en la producción animal y el manejo más adecuado de las pasturas.
   Según lo expresado en el párrafo anterior, los componentes básicos de las dietas de rumiantes son los pastos, los henos y los silajes. Los granos y algunos otros suplementos energéticos o proteicos son también necesarios para animales de mayores requerimientos, pero en una proporción suplementaria de los anteriores y se los denomina genéricamente concentrados. Éstos, nunca deberán reemplazar a los tres alimentos básicos mencionados. Si los reemplazan o se utilizan en exceso, lo que falla es la planificación en el establecimiento con el agravante de que el costo de alimentación será sensiblemente mayor.
   Hasta ahora hemos considerado las particularidades de los herbívoros rumiantes y remarcado dos aspectos básicos en la alimentación de rumiantes de carne y leche: el costo por kilogramo de Materia Seca (MS) digestible y la planificación para tener toda la MS necesaria, de la mejor calidad posible y en el momento adecuado. Estos conceptos son básicos y aplicables a las pasturas para pastoreo directo o henificación, a los cultivos para henificar y a los cultivos para ensilar.
   Cuando remarcamos MS digestible es sólo con la finalidad de darle mayor importancia a producir más y de más calidad nutritriva. Y con la presión de la agricultura que desplaza a la ganadería a suelos con limitantes edáficas físicas y de nutrientes, que deben producir más forraje por unidad de superficie, se plantea la necesidad de tener silajes en suelos agrícolas, con la mayor producción y calidad posibles en un corto período de tiempo para poder justificar el uso del suelo agrícola para la ganadería. Es más, en un futuro cercano los suelos agrícolas deberán proveer forrajes (mayormente silajes y henos de calidad) a los sistemas ganaderos de carne y leche y los sistemas agrícolas deberán utilizar los residuos ganaderos para hacer más sustentable los sistemas intensivos de producción de carne y leche. Actualmente, y salvo excepciones, los sistemas ganaderos intensivos cumplen poco y nada los principios de sustentabilidad ambiental  ya que desde la contaminación de napas hasta la emisión de componentes volátiles de todo tipo y olores desagradables poco se ha hecho aunque exista tecnología disponible que contribuye al mismo tiempo a la sustentabilidad y a la rentabilidad de los sistemas productivos de carne y leche. El costo de un sistema sustentable puede ser un poco más elevado, pero es sustentable. En cambio hoy existen sistemas llamados de bajo costo, no sustentables, que si se les exigiera cumplir principios y normas serían mucho más costosos o simplemente inviables.
   Una forma de disminuir costos es recurriendo a forrajes conservados obtenidos de cultivos de ciclo corto y crecimiento rápido como la Moha (Setaria italica), que es un verdeo de verano caracterizado por el corto período desde la siembra hasta su aprovechamiento (60-75 días). Su amplia ventana de siembra (de octubre a febrero) se complementa con la alta adaptación a distintos ambientes y condiciones productivas que resultan limitantes (ej. déficit hídrico) para otros cultivos de verano. En sistemas intensivos de producción de leche o engorde de vacunos se utiliza para la confección de heno, uso habitual también en campos de cría y para la vaca seca del tambo. Sus principales aportes son en fibra efectiva y en materia seca energética, de calidad mediana a buena dependiendo del estado fenológico en el que se efectúe el corte para henificar.
   Planificando la confección de silajes se pueden asegurar alimentos energéticos de bajo costo relativo, conservando la calidad de la materia seca obtenida en el momento del corte por varios meses y aún años. La planificación de las necesidades de los forrajes a conservar es imprescindible en los sistemas intensivos. El silaje, permite además que los excedentes que se generen puedan ser conservados de un año para el otro. Es más, hasta puede ser una rutina para cubrir períodos de malas condiciones climáticas, asegurar el equivalente a las necesidades de un año extra de silaje, porque el tipo de conservación lo permite y porque su costo financiero es bajo y sensiblemente menor a cualquiera de las alternativas disponibles. 
   Como alimento proteico ya sea de la pastura o como forraje conservado se dispone de la alfalfa. Conviene remarcar aquí, que las especies tradicionales y más aptas para henificar y ensilar, son respectivamente, la alfalfa y el maíz. La alfalfa produce un heno de alta calidad con volúmenes medios por corte y contenido proteico medio a alto. Ya vimos otro heno con la moha y su principal ventaja por su ciclo corto y crecimiento rápido, sumado a su amplia ventana de siembra. El maíz, por su parte, produce un silaje altamente energético con calidad media a alta y  grandes volúmenes en corto tiempo. Considerando el desplazamiento de los sistemas ganaderos por el avance agrícola a suelos de menor aptitud, el sorgo para ensilaje complementa al maíz. Los cuatro cultivos mencionados en este párrafo (alfalfa, maíz para silaje de planta entera, moha y sorgo para silaje de planta entera) son los principales tipos de forrajes conservados para henificar y ensilar.
          En síntesis, la utilización de los distintos tipos principales de forrajes conservados deberán ser rigurosamente planificados, obtenidos con el uso de la tecnología disponible incluyendo los mejores cultivares y fertilización, para producir materia seca forrajera de las mejores calidades y menores costos posibles.